jueves, 11 de septiembre de 2008

Fall


LLevo un par de días que no me apetece escribir. O más bien que no me sale nada. Y creo que es por el tiempo. Ando estos días un poco apagado y parece que el tiempo corre más lento; algo así como que anestesiaran las agujas del reloj para que deambularan sonámbulas por la esfera. Levemente derretidas como las pintara Dalí.
Son los días previos al otoño. Días en los que la luz se torna más anaranjada y el sol parece esconderse más lejos que de costumbre. Quiere hacerse el remolón antes de acunarse, como el niño que vuelve al colegio tras un largo y agotador verano. Cuesta volver a la cama temprano.
Son estos días en los que a uno le toca asumir que la vida vuelve a los carriles por lo que transita rutinariamente, pero cuesta aceptar que el desenfreno de agosto se acaba.

Reconozco que siempre me gustó el otoño. Desde que mi pequeño pastor alemán/belga comparte conmigo paseos y juegos con la pelota, el momento del año que más disfruto de nuestras salidas juntos es el otoño. Pasear por el parque Isabel la Católica entre hojas caídas, con el sol dando de refilón y la chaquetina puesta para que haga una temperatura perfecta.
Por contra nunca he vivido un otoño en Madrid. Será algo nuevo para mí después de que la capital me abrazara en el duro invierno, la prestosa primavera y el tórrido verano. ¿Cómo calificaremos al otoño? Os lo contaré dentro de unas semanas, si bien ya creo poder adelantar que los otoños son tristes. O al menos para eso los hicieron, de eso no me cabe duda. Tristes porque al otoño le falta algo: no es temible como el que le sucede. Ni es vivo como la naciente primavera ni apabullante como el antecesor. Es triste porque no sabe cómo ser. Cuestión de personalidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Nacho, para estos días tristes de otoño que te esperan bajo el abrigo de los árboles de Madrid te recomiendo una película: Otoño en Nueva York, de Richard Gere y Winona Ryder.

Firmado: El forero enmascarado

Rodrigo G. Fáez dijo...

Los otoños en Madrid son duros, las primaveras jodidas, los veranos insoportables y los inviernos complicados.

Casi echo la lagrimina acordándome del Parque Isabel la Católica...

Es que es imaginarse es camino dándole patadas a las hojas caídas en el suelo hacia El Molinón... Espero repetirlo pronto.

:_) Puxa joder, Puxaaaaa