Cansado pero contento regresé del periplo italiano motivado por el bodorriu del Alex. Los días de Civitanova-Morrovalle fueron espléndidos, la boda un auténtico lujo, además de una fartura que pasará al recuerdo. Y Roma... qué decir de la ciudad infinita: sencillamente impresionante.
Un verano inolvidable, aunque suene cursi.
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