Llevamos toda la vida soportando un patético monopolio que a nadie parece importarle: ni a los gobiernos autonómicos, nacionales ni, especialmente extraño, a la UE, la gran garante de la libertad del mercado.
Hasta hace un año y medio, merced a la apertura del AVE Madrid-Valladolid, la única forma competente de transporte colectivo entre Asturias y la capital del reino era el puto ALSA. Por fin llegó la competencia: ya era hora, joder.
- El puto ALSA ha puesto, pone y pondrá los precios que les sale del refajo porque como son un monopolio nadie puede rechistar. Un billete sencillo entre Madrid y Gijón cuesta 33 euros. Un trayecto de similares características entre Madrid y Sevilla cuesta (agárrense) 19’40€. Casi la mitad.
Entre Madrid y Granada (otras 5 horas) cuesta 16’19 €. Ahora que me lo expliquen. Es cierto que hay dos autopistas de peaje por el medio pero no me salen las cuentas: la tarifa más cara de la autopista cuesta 17’25 €. Y el de Guadarrama 20€. En total 37 euros y eso siempre sin pensar que una empresa como el puto ALSA con 40 servicios al día tenga descuentos especiales, algo que, como es de suponer entre las ratas de alcantarilla, ya tendrán.
Bien, suponiendo que un autobús tiene unas 50 plazas, la dilución del coste del peaje entre los sufridos pasajeros es de (tchan tchan…) ¡74 céntimos!. Ahora es fácilmente entendible que el precio del billete comparado sea casi el doble. Demostrado.
- El puto ALSA pone los servicios que le sale del refajo porque como son un monopolio nadie puede rechistar. En este punto, seamos sinceros, no hay mucho que protestar pero la ausencia de controles en este punto podría llevar a un recorte de servicios para mejorar los resultados. Tiempo al tiempo. De hecho ya quedan pocos servicios directos. Muchos de ellos pasan ahora por León o Burgos para hacer transbordo.
- El puto ALSA se ríe de nosotros en nuestra puta cara. La gota que colmó el vaso de mi paciencia es lo que pude ver hace un momento y que me recordó a mi última experiencia alsera. Mirando un billete entre Gijón y Madrid veo que hay 2 autobuses a la misma hora que cuestan lo mismo y llegan con una separación de 15 minutos. Qué raro, me digo.
Despliego la hoja de ruta y compruebo sorprendido que mientras uno va directo por el Huerna, el otro va por Pajares, haciendo paradas en el puerto, La Robla y León para culminar con un bonito trasbordo en la capital castellana. Sin duda este debe ser el autobús del infierno y el otro uno tirado por bueyes porque no consigo entender que la diferencia real del viaje entre ambos sea de 15 minutos.
Esto me recordó que la última vez que tomé el bus para ir a casa llegué con 30 minutos de retraso pero lo más curioso de todo es que no hubo ninguna clase de problemas para salir de Madrid, las paradas duraron lo acordado y no existió la más mínima incidencia durante el trayecto. En resumen: el puto ALSA dice que un bus tarda lo que les sale del refajo.
Pero lo mejor está por venir: ¿creéis que el hecho de que vayan por Pajares y tarde más repercute en el precio? ¿quizá debería ser más barato porque no hay peajes? Pues es más barato, para que cerréis vuestras bocazas: es 94 céntimos más barato. Olé!
Hasta hace un año y medio, merced a la apertura del AVE Madrid-Valladolid, la única forma competente de transporte colectivo entre Asturias y la capital del reino era el puto ALSA. Por fin llegó la competencia: ya era hora, joder.
- El puto ALSA ha puesto, pone y pondrá los precios que les sale del refajo porque como son un monopolio nadie puede rechistar. Un billete sencillo entre Madrid y Gijón cuesta 33 euros. Un trayecto de similares características entre Madrid y Sevilla cuesta (agárrense) 19’40€. Casi la mitad.
Entre Madrid y Granada (otras 5 horas) cuesta 16’19 €. Ahora que me lo expliquen. Es cierto que hay dos autopistas de peaje por el medio pero no me salen las cuentas: la tarifa más cara de la autopista cuesta 17’25 €. Y el de Guadarrama 20€. En total 37 euros y eso siempre sin pensar que una empresa como el puto ALSA con 40 servicios al día tenga descuentos especiales, algo que, como es de suponer entre las ratas de alcantarilla, ya tendrán.
Bien, suponiendo que un autobús tiene unas 50 plazas, la dilución del coste del peaje entre los sufridos pasajeros es de (tchan tchan…) ¡74 céntimos!. Ahora es fácilmente entendible que el precio del billete comparado sea casi el doble. Demostrado.
- El puto ALSA pone los servicios que le sale del refajo porque como son un monopolio nadie puede rechistar. En este punto, seamos sinceros, no hay mucho que protestar pero la ausencia de controles en este punto podría llevar a un recorte de servicios para mejorar los resultados. Tiempo al tiempo. De hecho ya quedan pocos servicios directos. Muchos de ellos pasan ahora por León o Burgos para hacer transbordo.
- El puto ALSA se ríe de nosotros en nuestra puta cara. La gota que colmó el vaso de mi paciencia es lo que pude ver hace un momento y que me recordó a mi última experiencia alsera. Mirando un billete entre Gijón y Madrid veo que hay 2 autobuses a la misma hora que cuestan lo mismo y llegan con una separación de 15 minutos. Qué raro, me digo.
Despliego la hoja de ruta y compruebo sorprendido que mientras uno va directo por el Huerna, el otro va por Pajares, haciendo paradas en el puerto, La Robla y León para culminar con un bonito trasbordo en la capital castellana. Sin duda este debe ser el autobús del infierno y el otro uno tirado por bueyes porque no consigo entender que la diferencia real del viaje entre ambos sea de 15 minutos.
Esto me recordó que la última vez que tomé el bus para ir a casa llegué con 30 minutos de retraso pero lo más curioso de todo es que no hubo ninguna clase de problemas para salir de Madrid, las paradas duraron lo acordado y no existió la más mínima incidencia durante el trayecto. En resumen: el puto ALSA dice que un bus tarda lo que les sale del refajo.
Pero lo mejor está por venir: ¿creéis que el hecho de que vayan por Pajares y tarde más repercute en el precio? ¿quizá debería ser más barato porque no hay peajes? Pues es más barato, para que cerréis vuestras bocazas: es 94 céntimos más barato. Olé!
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