Se acabó. Punto y final a casi treinta años de historia. El Gijón muere como lo hacen los equipos de baloncesto, como más duele, en el último segundo. Punto y final a un equipo que militó cuatro temporadas en la segunda mejor liga del mundo de baloncesto. A un equipo en el que militaron glorias como Oscar Moglia, Jasen, Javi Rodríguez, Carbajal, Lou Roe, Esmorís, Tomás Jofresa, Luis Escola y tantos otros que se me escapan.
Aún recuerdo como mi hermano se hizo socio un año en el stand de la Feria de Muestras y acudía fiel a verles en el pabellón de La Arena o yo colgaba en la pared de mi habitación un póster del Trébol Gijón Baloncesto que luego se haría con el ascenso de categoría, el primero de la historia de un equipo asturiano en la ACB. En muchos partidos pude verles porque nos daban entradas en el colegio a los que jugábamos a baloncesto (esas risas) o simplemente las pedíamos en el Mike´s, por entonces copatrocinador del equipo. Aquel palacio de los deportes nuevecito y reluciente sirvió como escenario de la gesta del equipo de Bill McCammon y aquel negro peleón que era McDowell. La asfixiante narración de Jaime Roca que sufrió todo aquello como propio y que, a buen seguro, estará pasando un mal día al saber que su equipo de casa echa definitivamente el cierre.
Tras la ACB y su estrepitoso descenso, solo recordado porque ganamos en casa al Madrid y al Barça y que tuvimos un entrenador con la cara medio quemada que no paraba de agitar las manos, llegaron buenos años en LEB con entrenadores de la talla de Luis Casimiro o Moncho López quien nos devolvió a la élite, esta vez sí, con buena planificación.
Los últimos años se venía mascando la tragedia. Un equipo lastrado por las deudas que salvaba el culo año tras años merced a las ayudas (mismamente desde su conversión en SAD) de las autoridades públicas. Hasta que un año ya no se pudo más.
Nos quedamos sin basket en Gijón y mucho me temo que mis ojos no volverán a ver un equipo asturiano en la ACB. No hay ganas ni proyecto. Ni dinero. El basket no mueve cifras capaces de permitir a los equipos modestos sobrevivir en categorías sin ingresos lo que sumado a la crisis financiera de los patrocinadores, deja en la inviabilidad la profesión.
Me apena pero no hay remedio. Al menos me quedarán los recuerdos de un equipo en ACB.
Aún recuerdo como mi hermano se hizo socio un año en el stand de la Feria de Muestras y acudía fiel a verles en el pabellón de La Arena o yo colgaba en la pared de mi habitación un póster del Trébol Gijón Baloncesto que luego se haría con el ascenso de categoría, el primero de la historia de un equipo asturiano en la ACB. En muchos partidos pude verles porque nos daban entradas en el colegio a los que jugábamos a baloncesto (esas risas) o simplemente las pedíamos en el Mike´s, por entonces copatrocinador del equipo. Aquel palacio de los deportes nuevecito y reluciente sirvió como escenario de la gesta del equipo de Bill McCammon y aquel negro peleón que era McDowell. La asfixiante narración de Jaime Roca que sufrió todo aquello como propio y que, a buen seguro, estará pasando un mal día al saber que su equipo de casa echa definitivamente el cierre.
Tras la ACB y su estrepitoso descenso, solo recordado porque ganamos en casa al Madrid y al Barça y que tuvimos un entrenador con la cara medio quemada que no paraba de agitar las manos, llegaron buenos años en LEB con entrenadores de la talla de Luis Casimiro o Moncho López quien nos devolvió a la élite, esta vez sí, con buena planificación.
Los últimos años se venía mascando la tragedia. Un equipo lastrado por las deudas que salvaba el culo año tras años merced a las ayudas (mismamente desde su conversión en SAD) de las autoridades públicas. Hasta que un año ya no se pudo más.
Nos quedamos sin basket en Gijón y mucho me temo que mis ojos no volverán a ver un equipo asturiano en la ACB. No hay ganas ni proyecto. Ni dinero. El basket no mueve cifras capaces de permitir a los equipos modestos sobrevivir en categorías sin ingresos lo que sumado a la crisis financiera de los patrocinadores, deja en la inviabilidad la profesión.
Me apena pero no hay remedio. Al menos me quedarán los recuerdos de un equipo en ACB.
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