martes, 25 de noviembre de 2008

Pelayo


Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Pues ayer se me murió el canario. Esperemos que todo quede ahí...
Se desconocen las causas de la muerte pero yo apostaría que, a sus 5 años, no se murió de viejo. Yo diría que un susto inesperado (claro, imbécil, los sustos son siempre inesperados) acabó con su diminuto corazón.
Pelayo fue un regalo de cumpleaños que le hicieron a mi hermano hace exactamente 5 años. Y nos lo endosó a nosotros dada su tren de vida, poco apta para cuidar mascotas. Lo que más nos gustó de él es que tenía flequillo, como yo. Al principio era un pájaro cantarín que nos aburría las sobremesas con sus conciertos, que nos obligaban a llevarle a la otra punta de la casa para poder escuchar la tele. Además aprovechaba aquellas tardes de verano para bañarse con inusitada alegría (ni idea yo de que los canarios se bañaban...). En su contra contaremos que nunca supo utilizar el columpio.

Unos años después Pelayo dejó de cantar sin motivo. Yo mantengo que amenazado por Roni, harto de no poder dormir durante el día. Ya alguna vez Roni le perdonó la vida, como aquella vez q se nos escapó de la jaula y fue a parar justo en sus mismas fauces. Roni, en lugar de hacer cual Silvestre y zampárselo dejando unas pocas plumas amarillas como única prueba, se quedó asombrado sin saber qué hacer. No movió ni un bigote hasta que Pelayo decidió seguir su viaje por casa.

Tampoco se lo comió la otra vez q se escapó y yo lo vi, volar por el pasillo justo cuando acababa de levantarme con una terrible resaca. Ni caso.

En fin, Pelayo, perdónanos que nunca te tuviéramos en excesiva estima, ya que nunca le vimos mucho sentido a un canario. Sin embargo echaremos de menos tus traviatas de después de comer. Allí donde descansen los canarios no nos guardes rencor. Te recordaremos.

1 comentario:

Rodrigo G. Fáez dijo...

PP: Pobre Pelayo. Todavía me acuerdo cuando al canario de mi vecino lo sacamos de la jaula, lo escondimos e hicimos como que se nos había escapado de las manos y se había caído desde el noveno piso... Ja, ja

Hay gente que los adora... Nunca lo entendí: no bailan, no son muy útiles, nos despiertan con sus cancios y no van a por el periódico y lo traen con el pico...

Pero son como los aficionados del Oviedo, tiene que haber de todo.

Lo dicho, Pelayo D.E.P.