jueves, 20 de noviembre de 2008

Hundir la flota

Sé que ando desaparecido ultimamente. Sin embargo soy de los que prefiero callar si no tengo nada bueno que decir. Aun disponiendo de este invento creado para publicar mis ideas, existe en mí un pudor natural a desnudarme ante tanto público. Por ello, preferí guardar a salvo mis silencios hasta mejor momento. Pero hoy me bajo los pantalones. Hoy tocan miserias.

No suelo llorar aunque reconozco que en muchas ocasiones es una fenomenal herramienta para soltar lastre. Tampoco me gusta llorar metafóricamente pero decido probar suerte, a ver si mejoro.
Esta semana ha culminado la gota que llena el vaso de los desengaños laborales. Desde hace exactamente un año me han dicho no dos veces el IDEPA, 2 ofertas en Miami, 2 en Eslovenia, el Marca, el ICEX y la RPA. Sin olvidarnos de las 40 ofertas de empleo ni siquiera contestadas (entre ellas el Santander o PWC).
No puedo quejarme porque tengo un contrato fijo, no poca cosa en los tiempos que corren, pero no debo ocultar que algo falla. Algo no funciona. Por unas cosas o por otras, pero algo huele a podrido.
No rindo en los momentos importantes. Ya de por sí no me gusta hacer pruebas, psicotécnicos, test en inglés... siento que me quieren examinar una y mil veces tratando de escrutar en mi a un asesino o a un inútil. Sin embargo, empiezo a plantearme que no doy buena impresión en las entrevistas. Es imposible conocer a una persona en 15 minutos, eso es evidente, pero hay quien cae bien y quien lo hace peor. O quien parece un triste o un caradura sin que ello pueda significar nada en cuanto a sus aptitudes laborales.

Mi enfado es puramente reflexivo, con nadie más que conmigo mismo. Por haberla cagado el martes. Y eso es lo que me obsesiona porque más entrevistas tendrán que venir y si no soy capaz , ya no de ganar, sino de jugar en 3ª, no me imagino haciendo una de Champions.
También cabe añadir que volví a caer en el mismo error de siempre: ilusionarme. Si el umbral de tus expectativas es muy alto y luego la realidad no las iguala, la hostia es gigantesca.

Nadie acepta las derrotas con facilidad y no soy una excepción. Sé que hay mil oportunidades más pero los revolcones se acumulan durante estos meses. Los años pasan y las situaciones cambian si no se aprovecha el momento cuando llega (sí, Carpe Díem, Mr. Keating). Si hace 2 meses me hubiesen ofrecido una beca para trabajar en la Universidad de Oviedo cobrando 1000 euros al mes hubiera subido andando el Pajares. Hoy me temo tendré que decirles que es imposible aceptarlo. That's life.

Todo esto durará unos días y se pasará. Estoy tocado, sí, pero no hundido.

2 comentarios:

Eavesdropper dijo...

Bueno, tío, los fiascos también nos sirven para mejorar y a ti, ahora mismo, ya te están haciendo reflexionar. Piensa qué es lo que falla y si puedes, intenta cambiarlo porque puede que ahí esté la clave para que no conviertas tu vida en un Pearl Harbour. Mucho ánimo, que esto es una mala rachilla.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Ánimo Nachete, que esto es una racha y al final todo pasa. Ellos son los que se pierden el asturianín tan majete que nos ha caído por los madriles, además del hilo musical de rancheras al trabajar. Besotes!!