Sólo unas pocas personas saben de esta historia. Hace unos cuantos años, allá por el 99, una noche de invierno veía por casualidad Séptimo de Caballería, una interesante iniciativa de música en directo entre aquel desierto que por entonces eran los programas musicales en la tele. Presentado por Miguel Bosé, cada semana presentaba a un grupo o artista que presentaba de forma monográfica sus trabajos. Aquella noche le tocaba el turno a Enrique Urquijo y los problemas. Justo en el momento en que sintonizaba el programa iban a tocar una canción con el legítimo compositor del tema, que no era de Enrique. Yo no le conocía pero tras los primeros acordes aquello sencillamente se convirtió en la canción más hermosa del mundo.
Lamentablemente no eran los tiempos de internet donde todo se encuentra a golpe de click. Así que me quedé para siempre con las ganas de conocer cuál era aquella canción y cuál era su misterioso compositor.
Pasaron unos cuantos años, tranquilamente seis, cuando Dani consiguió no sé aún muy bien cómo una canción que me hizo llegar. Y luego un vídeo: maldita sea. Era aquella grabación. Aquella jodida canción que aún resonaba por mi mente y, de paso, la mejor versión hecha de ella. Caminos cruzados. Y eso que no era fácil. Fue una casualidad que nos viéramos aquella noche. Y más si cabe que alguien lo hubiera grabado para ponerla dentro de una botella invisible y que la deriva digital la llevara hasta la playa de Dani. Y luego llena de arena hasta la mía. Y sigue siendo preciosa.
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