Pasó hace unas semanas pero debido al curro, primero, y a mi desgana, después, no la conté.
Volvía yo de dejar a Jose en el aeropuerto, a las puertas de la primera aventura de su vida. A ver si así puede contar algo de su vida y deja de proliferar al vent la de los demás (lo digo sin acritud).
la cuestión es que volviendo en el autobús camino de Avenida América, una pareja de negros (nunca sé cómo decirlo políticamente correcto "una pareja de personas de color?) sentados delante de mí se volvieron para hacerme algunas preguntas.
- ¿Es esta la parada de Avenida America? pronunció lentamente, síntoma claro de quien no domina la lengua, aunque apenas pude detectar que su acento extranjero.
- No -le respondí.- Es la última.
Mientras seguía escuchando mi mp3 se volvió a girar para preguntarme si vivía en Madrid.
- Sí, pero no soy de aquí.
- ¿De dónde eres?
- Del norte.
- Yo voy a San Sebastián a hacer negocios.
Vaya, que casualidad , me dije para mis adentros. Fijo que lo siguiente que me pregunta es si soy vasco.
- ¿Eres de San Sebastián?
Minipunto!
- No, no, de un poco a la izquierda.
A todo esto, y reconozco que siento repulsa de mí mismo por enjuiciar, me resultó especialmente extraño que dos personas de color, probablemente africanas sin apenas hablar español, vayan a Euskadi a hacer negocios.
- Y ,¿qué tal se vive en Madrid?
Cielos, que clase de pregunta es esa. Pues seguro que se vive mejor que en muchas ciudades de África y peor que en muchas de Europa, pero eso sí que sería una respuesta terriblimente incorrecta. Además, afortunadamente, tengo una vida muy acomodada en Madrid, donde la miseria se ve a la vuelta de la esquina. En fin, una respuesta de demasiada enjundia para alguien a quien no le gusta hablar con desconocidos y me apetece escuchar mi mp3, joder.
- Ummm, pues depende. Yo vivo bastante bien pero quizá se viva mejor en Londres o Berlín.- le dije.
A todo esto yo empezaba a notar algo sospechoso en su acento. Hablaba despacio el fulano pero lo hacía sin errores aparentes. Como si fingiese q no habla bien. No sé, serán cosas mías me dije.
- ¿En qué trabajas?
- En negocios.
- ¡Nosotros venimos a hacer negocios!¡Quizá puedas ayudarnos!
Cielos, lo veía venir. Estos van a venderme una máquina de hacer billetes o algo parecido!
- No, no creo. No soy nada importante en mi empresa...
-Sí, seguro que puedes contarnos algo de España! -me comentaba intentando convencerme, mientras que yo fingía ya no entender nada de nuestra conversación.
Y mientras echaba balones fuera para librarme de ellos, llegamos al intercambiador. Libre, creí yo.
-¿podrías darme tu teléfono para quedar esta semana y que nos ayudaras?
Dios! Ahora que hago. Les ayudo? No parecen mala gente. Pero paso de líos. Cielos y si me pillan?
Al final les dí un número falso. Y un nombre falso. Sólo pedí que no me hiciera una perdida a mi móvil para que yo tuviera su número.
Lo mismo eran gente buena, recién llegados que necesitaban ayuda. Y yo los recibo así. Que se busquen la vida, no?Si es que soy un cabrón.