miércoles, 8 de octubre de 2008

Hoy hablaré de mí

Últimamente los días se pasan despacio. El trabajo estas dos últimas semanas se ha vuelto casi un suplicio. Primero porque desde el día 1 volvimos a la jornada de invierno y, no vamos a negarlo, es jodido currar por las tardes después de salir a las 3 durante cuatro meses. La carga de trabajo para mi es ahora mismo casi inexistente, a la espera de que se cierre el plazo del fondo de pesca que deberá ocupar mis días en Sepides proximamente.

Además de todo esto existen un par de cosas que ocupan mi cabeza para los meses futuros. Y ambas están en el aire, retrasando plazos que ya deberían haber salido a la luz hace semanas (perdón por hablar como un comunicado de las SS). Y todo eso me pone de los nervios; me altera irremediablemente cuando las cosas no dependen de mí y se mueven a ritmo de administración del Estado.
Y a todo ello le sumamos que cada vez los días menguan el pasu una gallina (jamás entendí esta frase de mi madre). Anochece antes, en definitiva.

En fin, no tengo muchas cosas más cosas que interesantes que contar. Comparezco ante vosotros por puro compromiso hacia quienes leen esto casi a diario. Desganado me encuentro. Lo suficiente como para tener que hablar de pi pispo.
Creo que mi vida es como el principio de Proud Mary. Lento. Muy lento. Un blues espirado. Casi llorado. Aunque tiene sorpresa al minuto 3 y todo se desborda.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Piensa en Tina Turner, ella te mostrará el camino a seguir

Nacho dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nacho dijo...

Yo no quiero que Tina me muestre el camino. Prefiero que me muestre sus piernas!

Anónimo dijo...

Serás cochinote, pillín

Rodrigo G. Fáez dijo...

Proud Mary no empieza lenta. La versión de la abuela empieza lenta. La de la Creedence no. Y es la buena. ¿Qué pasa con Springsteen? Acaso tres horas en cada concierto no es digno de ser alabado?

P.D.: Vamos a provocar un rato, castrones.